El origen filosófico de la teoría critica en Relaciones Internacionales

Por: María Emilia Suárez / Redacción CIBEI Bolivia

La teoría critica se institucionaliza en los albores del siglo XX. Un centenario caracterizado por fabril, industrial, capitalista, testigo de la primera guerra mundial, de la revolución rusa y muchos otros eventos históricos que despertaron la necesidad de su institucionalización.

Es con la fundación del instituto multidisciplinar de la escuela de Frankfurt que se logra tal propósito. Sin embargo, son tres los autores, filosóficamente hablando, que les van a abrir las puertas al siglo XX crítico. Nos podemos referir a estos autores como los tres pensadores críticos por excelencia de la modernidad: Descartes, Kant y Nietzsche.

Para empezar, debemos responder ¿Qué es ser crítico? Ser crítico, desde una teoría, es buscar entender los fenómenos socio-políticos y culturales en términos de dinámicas históricas de las que hay que encontrar sus estructuras causantes para fetichizar el análisis, es decir, pensar en términos de materialidad, devenir, contingencias, luchas, contrafuerzas, intereses, cuestiones más humanas y menos metafísicas.

En pocos términos, ser crítico es romper con los grandes ideales de la época y ver qué rituales dogmáticos estamos repitiendo. En este sentido, la teoría critica siempre está situada a un contexto.

Según Robert Cox (2014) “La teoría critica siempre es para alguien, en un tiempo y espacio determinados” (pág. 132).

Con estas aclaraciones hechas, volvamos a los precursores del pensamiento crítico, de distintas tradiciones, pero que comparten en común la crítica al dogma.

Rene Descartes (1596-1650) postula que lo que estimamos como verdad se presenta de modo oscuro y confuso, tanto en la filosofía como en la vida cotidiana. Por eso el filósofo francés se ocupa de someter esas verdades a la prueba de la duda; de este modo la duda se torna metódica. Descartes se dirige a las raíces, a los cimientos o a las fuentes de donde provienen todos nuestros conocimientos. Tales fuentes son dos: la experiencia y la razón (Erramouspe, 2014, pág. 21).

“Descartes rompe con la Escolástica ya que ésta postula que la tarea del filósofo no es encontrar la verdad, pues la verdad ya está dada; la tarea es analizar la verdad. Según Descartes, y he aquí la ruptura, la tarea de la filosofía no es solo analizar una verdad dada; la tarea de la filosofía, de la razón, es también descubrir la verdad”. (Hartnack, 2019, pág. 95)

Utiliza la duda como método crítico. En este sentido, la duda funciona como depuración al someter mis creencias radicalmente a la duda hasta el momento en que ésta se vuelva certeza. Allí donde hay inmediación (donde se nos presentan verdades como absolutas), la duda funciona como mediación.

Kant (1724-1804) propone que la crítica debe criticarse a sí misma. Una meta-crítica. Esto implica autocriticarnos, es decir, hacer una crítica de nuestra facultad de criticar observando los límites y alcances de nuestro razonamiento crítico y evitando que la razón vaya “más allá” de lo que efectivamente podemos conocer.

En su obra “Crítica de la razón pura”, el motivo principal fueron las contradicciones que creyó encontrar en la razón. Cuando la razón era usada para las especulaciones metafísicas parecía quedar necesariamente envuelta en contradicciones. A tales contradicciones Kant las llama antinomias y parecen mostrar que la razón está en conflicto consigo misma. Fueron estas mismas antinomias que le inspiraron un examen crítico de la razón misma, le despertaron de su sueño dogmático. (Hartnack, 2019, pág. 177)

Continúa Hartnack (2019), en su análisis sobre Kant que, las antinomias establecen conclusiones acerca de algo que la experiencia no puede verificar o falsear, pero estas falacias que se cometen no son superficiales, son profundamente arraigadas, tienen sus raíces en la misma naturaleza de la razón y esto es lo que Kant va a llamar ilusión trascendental (pág. 183)

Por lo tanto, ser crítico es saber cuál es el límite del conocimiento para evitar que se vuelva dogmático cuando la experiencia no lo acompaña.

Nietzsche (1844-1900) Dice que lo dogmático es la razón y sospecha principalmente de la tradición.

“Qué es, pues, la verdad? Un movible ejército de metáforas, metonimias y antropomorfismos; en pocas palabras, un conjunto de relaciones humanas, retórica y poéticamente agrandadas, transformadas y embellecidas, que después de un prolongado uso parecen a un pueblo firmes, canónicas y obligatorias. Las verdades son ilusiones cuyo carácter ilusorio se ha olvidado…” (Nietzsche, El orígen de la tragedia, 1872)

La lógica con la que él piensa su doctrina no es un recurso para conocer la realidad, sino meramente para someterla. De un relativismo de la verdad salta a un absolutismo del error, de la apariencia. El método de Nietzsche: tomar lo relativo, llevarlo al límite y convertirlo en un absoluto. Era una mente polémica, y suele ocurrir que el polemista radical configura simétricamente una antítesis por cada tesis, su filosofía se origina mediante un permanente movimiento de contradicción. (Romero, 1960)

“Lo cierto es que la verdad no se ha dejado conquistar. – y hoy toda especie de dogmática está ahí en pie, con una actitud de aflicción y desánimo. ¡So es que en absoluto permanece en pie! Pues burlones hay que afirman que ha caído, que toda dogmática yace por el suelo, incluso que toda dogmática se encuentra en las ultimas. Hablando en serio, hay buenas razones que abonan la esperanza de que todo dogmatizar en filosofía, aunque se haya presentado como algo muy solemne, muy definitivo y válido, acaso no haya sido más que una noble puerilidad y cosa de principiantes…” (Nietzsche, Más allá del bien y del mal, 1886)

Nietzsche nos invita a pensar que incluso los conceptos mismos de verdad y conocimiento (tan fundamentales para los racionalistas a la hora de combatir las ideas dogmáticas) ya son, en sí mismas, dogmáticas ya que se tratan de ideas históricamente evolucionadas que, según este autor, nada tienen que ver con La verdad y El conocimiento.

Ahora, en términos de RRII, la teoría crítica nos invita a deconstruir y analizar nuestro papel dentro de un bloque histórico donde ideas, capacidades materiales e instituciones constituyen un sistema hegemónico, permitiendo su ruptura y dando espacio a transformaciones de las estructuras sistémicas incorporando nuevos actores que pongan en jaque a las elites establecidas como orden.

Robert cox (2014) propone una propuesta para la construcción de una teoría critica en RRII, combinando elementos del realismo anterior a Morgenthay y el materialismo histórico de Marx y Gramsci.

El ejercicio de deconstrucción y reflexión al que invita la teoría crítica, debe ponerse en práctica en cada contexto porque cada estructura histórica tiene nuevas hegemonías, por ende, nuevas contraestructuras.

De aquí que, en términos históricos, podemos concluir que paradójicamente todos los periodos históricos se concibieron a sí mismos como críticos y como dogmáticos a los otros.

Referencias

Cox, R. (2014). Fuerzas sociales, Estados y órdenes mundiales: Más allá de la Teoría de Relaciones Internacionales. Relaciones Internacionales, 132.

Erramouspe, P. (2014). Prólogo. En R. Descartes, Discurso del Método (pág. 21). Buenos Aires: Longseller.

Hartnack, J. (2019). Breve Historia de la Filosofía. Madrid: Cátedra.

Nietzsche, F. (1872). El orígen de la tragedia. Titivillus.

Nietzsche, F. (28 de marzo de 1886). Más allá del bien y del mal. España.

Romero, F. (1960). Filosofía de ayer y hoy. Madrid: Aguilar.

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