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¿Qué sucederá con la política exterior peruana bajo el gobierno de Pedro Castillo?

Blog de Opinión

Por: Lucía Mayandía Medina / Redacción CIBEI Perú

A pesar de las diversas turbulencias que ha experimentado la política peruana a nivel interno, la política exterior y el servicio diplomático siempre se han caracterizado por una reputación de estabilidad. Sin embargo, desde la época de campaña electoral, un eventual gobierno de Pedro Castillo amenazaba con cambiar dicha imagen.

Para empezar, cabe recordar que el partido del actual presidente, Perú Libre, no presentó un Plan de Gobierno, sino un Ideario. A partir de dicho documento, y los antecedentes de diversos miembros de la agrupación de izquierda, se adelantó que la postura peruana frente a Venezuela podría dar un cambio de 180 grados, y que habría un claro acercamiento a países con gobiernos de la misma tendencia ideológica.

Siguiendo este precepto, se nombró como Canciller a Héctor Béjar, quien se incorporó a las guerrillas revolucionarias cubanas a sus 27 años de edad y, tras recibir entrenamiento militar, fundó en el Perú el Ejército de Liberación Nacional (ELN). En sus primeros días en el cargo, anunció la salida peruana de su propia iniciativa, el Grupo de Lima, pieza clave de la postura regional frente a la dictadura de Nicolás Maduro.

Pero Béjar no era el único interesado en dicha aproximación. Después de su renuncia, los vínculos no se perdieron. En el marco de la reciente cumbre de la CELAC en México, generó suspicacia la reunión casi secreta que sostuvo Castillo con su homólogo de facto en Venezuela. Y este cambio de agenda le costó al nuevo y actual Canciller, Oscar Maúrtua, una citación al Congreso de la República, órgano preocupado por la falta de transparencia en estas acciones.

Allí no terminaron los cuestionamientos. En realidad, la situación se agudizó cuando se anunció que el régimen de Maduro había otorgado el beneplácito a Richard Rojas para fungir como embajador de Perú en Caracas. El ex jefe de prensa de Perú Libre durante la campaña presidencial está siendo investigado por lavado de activos y su experiencia laboral se limita a una compañía familiar de reparación de dispositivos electrónicos. Su polémico perfil no frenó al Ejecutivo para postularlo al cargo; sin embargo, los avances de la Fiscalía le colocaron un impedimento de salida del país. Recién con esto se pronunció la Cancillería para aclarar que el proceso de nombramiento quedaría sin efecto.

Tras Venezuela, Bolivia era el siguiente en la lista. Para ratificar la afinidad ideológica entre Castillo y Arce, el mandatario peruano decidió romper la tradición y enviar una embajadora política luego de 50 años de solo designar diplomáticos de carrera como representantes en La Paz. Si bien ello no implica una violación de la ley, ya que en el Perú se permite hasta un 20% de embajadores políticos, sí genera sospecha.

La enviada fue Carina Palacios, fundadora de Perú Libre y exfuncionaria en el gobierno regional de Junín mientras este estaba a cargo de Vladimir Cerrón, secretario general del partido y sentenciado por cometer actos de corrupción durante su gestión. Palacios es ingeniera agrónoma y carece de formación complementaria en alguna disciplina afín a las relaciones internacionales. Por lo tanto, su designación no responde a su experiencia o capacidad de manejo de la política exterior, sino al envío de un mensaje de armonía ideológica e intención de estrechar las relaciones bilaterales con Bolivia.

Pero allí no termina el acercamiento al gobierno de Luis Arce. Recientemente, el presidente anunció el inicio de un Gabinete Binacional, la máxima instancia de coordinación política bilateral, con Bolivia. Según lo explicado por Castillo, este espacio será utilizado para tratar posibles roces fronterizos aún existentes, pero también temas de comercio, energía y desarrollo social en las zonas de límites comunes. Producto del primer encuentro el 30 de octubre, los mandatarios firmaron una declaración con grandes objetivos de integración en materia energética y de infraestructura vial. Sin duda, un paso importante que denota el interés de la administración actual en acercarse al país con el que se comparte el Lago Titicaca.

Considerando todo lo mencionado, no es imprudente pronosticar que el acercamiento a la izquierda latinoamericana continuará a lo largo del próximo quinquenio con Perú Libre a la cabeza. Aunque se ha iniciado con Venezuela y Bolivia, otros países de la misma tendencia podrían incorporarse como prioridades a la agenda de política exterior. Si bien Castillo menciona que las acciones de integración regional se realizarán “sin discriminación”, esta afirmación parece poco creíble hasta el momento. Sin embargo, se espera que se logre cierto balance que no perjudique las relaciones construidas por el servicio diplomático con las potencias occidentales no muy afines a la izquierda de este lado del continente americano.

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