Por: Diego Pinilla M.
Internacionalista UJTL

La Ruta de la Seda fue el principal camino que utilizaron los chinos en el siglo I a.C al mando del emisario y explorador Zhang Qian para aplacar con generosos regalos a los pueblos occidentales que se erigían como una seria amenaza para su imperio. Aunque el objetivo no se cumplió del todo, la extensa red de caminos que se estableció más allá de lo conocido por Asia hasta entonces, consiguió iniciar el intercambio comercial más importante de la historia. El negocio de las pieles, de la alfarería, de las piedras preciosas, pero sobre todo de la seda, fue el puente que unió a los imperios chino y romano.

Luego de más de 2.000 años del comienzo de este importante acontecimiento, que consolidó el mundo moderno, gracias al trasegar de mercancías, de expresiones culturales e incluso religiones; China ha volcado su mirada nuevamente a la región euroasiática con la denominada Nueva Ruta de la Seda.

Mapa de la nueva Ruta de la Seda

La iniciativa que ha sido impulsada por China, es un ambicioso plan que busca la concreción de un cinturón geoeconómico a lo largo del Asia Central, en la que se pretende realizar en la región inversiones superiores a los 50.000 millones de dólares en infraestructura. El proyecto abarca a 60 países que albergan a casi dos tercios de la población mundial y representan una tercera parte del PIB global. 1

La manifestación más visible de este programa, se materializa en la construcción de una extensa red de sistemas de comunicación y transporte terrestre, haciendo énfasis en el sector ferroviario, el cual se ha convertido en la más importante ruta de comercio del mundo al acercar a China con Alemania. Este gran corredor que conecta de este a oeste los dos extremos de Eurasia, se complementaría por otros dos corredores, que irían de norte a sur, como el de China- Pakistán, y el de China- Myanmar-Bangladesh-India.

Así mismo, un reciente acuerdo de cooperación firmado entre Pekín y Moscú, impulsará de manera conjunta la construcción de proyectos entre la Unión Económica Euroasiática y el cinturón económico de la Ruta de la Seda. Aunque se concibe como un tratado bilateral, dentro del ajedrez político, también jugarán un rol importante países como Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Azerbaiyán.

En la dimensión marítima de la Ruta de la Seda del siglo XXI, se abarcaría el océano Índico y los mares de China Meridional y el Mediterráneo creando un eje conjunto de puertos y zonas de libre comercio con un volumen económico superior a los 21 billones de dólares. Otros recorridos saliendo desde puertos del Índico, evitarían el uso del estrecho de Malaca, que es una zona sensible y vulnerable a las interrupciones, por donde pasa el 85% de las importaciones y el 80% de las necesidades energéticas del gigante asiático.

Para asegurar la viabilidad de este proyecto es necesario contar con un impresionante apalancamiento económico. Para ello el gobierno chino propuso crear una institución financiera que no estuviera bajo la influencia de occidente y contara con recursos frescos de las mayores economías del mundo. Es así como el año anterior se creó el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII), con un capital de cien mil millones de dólares, aportado por los actuales 46 países miembros.2 La nueva institución, será el fondo que respalde la colosal necesidad de financiación que requiere Asia para la consolidación de las obras en la próxima década.

Es indudable que se trata de una audaz apuesta por parte del presidente chino, Xi Jiping, que va más allá de incrementar el comercio y reforzar la cooperación con Asia Central y con Europa Occidental. Hablamos de una estratégica maniobra de política exterior que busca aumentar su influencia internacional, que se evidencia con un viraje dentro de sus prioridades geopolíticas que hasta ahora se mantenían más cerca de occidente que de su propia zona de influencia. No en vano, para analistas como Pepe Escobar, Pekín dejaría de tratar a Estados Unidos como su principal prioridad y se reorientaría hacia sus vecinos asiáticos y a los países miembros de las BRICS, “El gran proyecto del dragón cuenta con un alcance superior al del Plan Marshall, no cabe duda que el siglo XXI será chino”. 3

Se trata entonces, de una necesidad por parte del país asiático de asumir el liderazgo mundial, la dinámica expuesta en retomar el camino de la Ruta de la Seda es la consecuencia lógica de una política exterior planificada desde Pekín como una China Global.

VÉASE
1 http://elpais.com/elpais/2015/03/25/opinion/1427315633_973822.html
2. www.aiibank.org
3.http://actualidad.rt.com/economia/167430-china-ruta-seda-dominio-economico

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