Cooperación Internacional para el Desarrollo y su impacto en la administración pública local.

Por: Berenice Blanco / Redacción CIBEI México

La cooperación es un fenómeno social que ha existido desde que el hombre se organiza y vive en sociedad. De igual modo, desde tiempos remotos la cooperación y el conflicto han coexistido paralelamente.

Sin embargo, la cooperación comienza a adquirir importancia internacional a partir del siglo XIX, con el establecimiento de conferencias e instituciones internacionales, que tenían por función promover la colaboración entre los Estados, en ciertas áreas específicas, tales como servicios postales y telecomunicaciones.

No obstante, el concepto de cooperación internacional como instrumento para el desarrollo y la paz se consolida después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, específicamente con el surgimiento de la Organización de Naciones Unidas, en cuya Carta se establece el derecho de los nuevos Estados independientes y aquellos pueblos bajo administración fiduciaria a la paz y al desarrollo.

El final de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo un inédito consenso respecto a la conformación de renovadas estructuras de alcance global, capaces de impulsar objetivos pacíficos y estrategias orientadas a favor del bienestar económico y social mediante el ejercicio de la cooperación internacional.

Fue entonces cuando, mediante la Carta de San Francisco de 1945, se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la cual se erige hasta la actualidad como el organismo multilateral más relevante; es la responsable de promover la cooperación internacional para la resolución de los diversos problemas políticos, económicos, sociales, humanitarios, ambientales y financieros, que aquejan a la sociedad internacional, independientemente de su nivel de desarrollo o hemisferio de procedencia.

 

Para conseguir tal objetivo la ONU, mediante sus diversos organismos especializados y dependencias, ha puesto en marcha una amplia gama de actividades sustentadas en la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID), que abarca ámbitos tan diversos como la salud, el cuidado ambiental, el combate a la pobreza, la educación, la prevención y resolución de controversias (dentro y entre los Estados), el desarme y los aspectos humanitarios, entre muchos otros.

 

En este contexto, la Asamblea General de la ONU designó a la década de los años sesenta como “el Primer Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo”, a fin de incentivar el impulso y, sobre todo, la coordinación de actividades integrales e integradoras de la CID.[1]

 

            Si bien los programas y proyectos de cooperación internacional tuvieron un mayor auge luego de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los sesentas la mayoría de dichos proyectos se consideran un subproducto de la Guerra Fría: la confrontación ideológica entre Estados Unidos y la URSS determinó el destino de muchos de los flujos de Cooperación, los cuales eran asignados según criterios geoestratégicos, buscando el establecimiento de “Zonas Seguras” [2]. Ejemplo de lo anterior, es el denominado Plan Marshall: el primer gran programa de cooperación, que equiparaba el desarrollo con el crecimiento económico.

 

            Si analizamos la evolución del concepto de cooperación internacional, así como los objetivos que fueron priorizando de manera diferente a través de las últimas décadas, podemos observar que en los últimos dos lustros del sigo XX estuvieron marcados por una recesión económica mundial derivada de dos crisis de petróleo, por lo que el cambio en la agenda del desarrollo se enfocó más en la atención de las necesidades básicas.

 

            Por lo tanto, la Cooperación Internacional para el desarrollo ha sido definida como: “…la ayuda de fuentes externas ya sean bilaterales o multilaterales, que se suministra a países en desarrollo en condiciones concesionarias (es decir con un mínimo de 25% de elementos de subvención) con el objeto de contribuir a financiar programas o proyectos de desarrollo económico-social”[3].

 

En su acepción más amplia la Cooperación Internacional es entendida como la interacción creativa entre los Estados, la promoción del diálogo y el acercamiento para resolver problemas comunes y minimizar el enfrentamiento; debido a ello es reconocida como un importante elemento de cohesión en las Relaciones Internacionales.

 

Los problemas del desarrollo y el bienestar de los pueblos son temas que de manera tradicional deben llamar al interés de la comunidad internacional y suscitar la adopción de medidas y la realización de acciones concretas para coadyuvar a los procesos de crecimiento económico y desarrollo social; el concepto raíz de cooperación internacional dio origen a un concepto altamente concreto: la Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID).

 

La CID como expresión de una preocupación que debe ser general para la comunidad de naciones, dadas las crecientes brechas de bienestar que existen entre los países (y, de manera cada vez más notoria, al interior de estos), ha sido de manera consistente uno de los pilares que sustentan las grandes iniciativas de diálogo y entendimiento internacional.

 

Por otra parte, es importante resaltar que la Cooperación Internacional se ejecuta con la intención de mejorar las condiciones de vida o los índices de desarrollo a partir del intercambio de recursos y de experiencias. En este sentido es significativo destacar uno de los documentos más recientes, en el cual se manifiesta la voluntad de las naciones de lograr un desarrollo equitativo y sustentable mediante la Cooperación Internacional: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. 

 

En la resolución aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015, se establece que:

 

La consecución de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas contribuirá decisivamente al progreso respecto de todos los Objetivos y metas. No es posible realizar todo el potencial humano y alcanzar el desarrollo sostenible si se sigue negando a la mitad de la humanidad el pleno disfrute de sus derechos humanos y sus oportunidades. Las mujeres y las niñas deben tener igual acceso a una educación de calidad, a los recursos económicos y a la participación política, así como las mismas oportunidades que los hombres y los niños en el empleo, el liderazgo y la adopción de decisiones a todos los niveles. Trabajaremos para lograr un aumento significativo de las inversiones destinadas a paliar la disparidad entre los géneros y fortalecer el apoyo a las instituciones en relación con la igualdad y el empoderamiento de las mujeres en el plano mundial, regional y nacional.

 

Se eliminarán todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres y las niñas, incluso mediante la participación de los hombres y los niños. La incorporación sistemática de una perspectiva de género en la implementación de la Agenda es crucial. [4]

 

Así pues, uno de los principales resultados de la CID es el establecimiento de instrumentos de cooperación entre dos actores internacionales, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los habitantes de una región, acorde a sus necesidades más apremiantes o coadyuvar en la solución de problemas en la región.

 

Es importante señalar que la CID por sí sola no garantiza la solución de problemas, dado que, si bien en su diseño y ejecución de manera general hay actores internacionales con experiencia en el tema, es de suma importancia que los participantes a nivel local, se involucren de la mejor manera en el seguimiento y ejecución de los proyectos de cooperación.

 

Una de las ventajas de la participación de los actores a nivel local en proyectos de cooperación internacional descentralizada, es que la ejecución de recursos puede y debe ser objeto de seguimiento y fiscalización con lo cual, se coadyuba en la mejora de la gestión pública local. 

Así pues, al tener a la CID como herramienta para el desarrollo, también puede considerarse un instrumento para mejorar el desempeño de gobiernos locales, no con características de imposición de políticas públicas, sino como acompañante y asesor para compartir experiencias enriquecedoras y de mejoras públicas.

[1] Jackson,  Peter (s.f) Antecedentes de los objetivos de desarrollo del Milenio: Cuatro decenios de lucha en pro del desarrollo en las Naciones Unidas. https://www.un.org/es/chronicle/article/antecedentes-de-los-objetivos-de-desarrollo-del-milenio-cuatro-decenios-de-lucha-en-pro-de

[2] Calabuig Tormo C. , Gómez-Torres M. (coordinadoras) 2010. Cuadernos de Cooperación para el Desarrollo. http://www.upv.es/upl/U0566378.pdf /

[3] Landau, G. (1990). La cooperación internacional para el desarrollo de América Latina y el Caribe. Revista de Comercio Exterior. Vol.40. N. 1. México. p. 34.

[4] Asamblea General de Naciones Unidas. Resolución del 25 de septiembre de 2015. Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. https://undocs.org/es/A/RES/70/1 

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