Cultura y conflicto: Caso Francia

  • 10 junio, 2021
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Por: Daniel Arias

La interculturalidad supone el dialogo entre dos o más culturas distintas, una cultura en sí misma, es una forma de entender y posicionarse en la realidad, dos culturas distintas son dos formas de apreciación y de accionar en la realidad distintas, cada una cargada de sus propios significados y significaciones, que significan al sujeto, a la sociedad y al universo, el conflicto siempre es una posibilidad cuando dos culturas se encuentran en un mismo contexto, sin ser esta la condición, no se debe de ignorar que, el conflicto como el entendimiento, siempre están latentes.

Las culturas no son herméticas e impermeables, el encuentro y conflicto entre civilizaciones es el motor del dinamismo histórico, por más cerrada que una cultura se aprecie, esta, frente al solo hecho de saber que la diferencia está afuera de sus fronteras axiológicas y territoriales, cambia sus dinámicas, la diferencia, la heterogeneidad, más que un ideal, es la condición y por más políticas y dinámicas sociales que se lleven a cabo, estas diferencias podrán enmascararse, pero nunca desaparecerán.

Las contraculturas con un ejemplo de lo anterior, grupos generalmente urbanos que, en términos objetivos, deberían tener un sentimiento de pertenencia a una sociedad, pero que en contraste, estallan no solo proclamando una diferenciación de ellos con respecto a la sociedad tradicional, sino incluso negándola en tanto establishment. Esto es solo un ejemplo de que incluso en los momentos históricos, en sectores sociales y étnicos que, en apariencia deberían apuntar al entendimiento y la conjunción de identidades, la diferencia, la necesidad de diferenciación, estallará tarde o temprano, de forma pacífica o violenta.

La convivencia entre culturas tampoco es un ideal, esta convivencia como el conflicto es histórica y con sus vaivenes siempre han existido territorios y tiempos en donde esta convivencia se erige como esquema e imperativo civilizatorio. La guerra, por otro lado, de igual manera termina teniendo como efecto no considerado, un intercambio cultural, la cultura se aprecia desde los sentidos hasta la conciencia de uno mismo y del universo, en este sentido, el solo hecho de ver a un miembro portador de una cultura, supone un impacto e intercambio cultural.

Una cuestión a resaltar, es que el surgimiento de los Estados-nación y junto a ellos, el trazo de las fronteras moderno, junto a todas las instituciones que esto supuso, más que fomentar un intercambio cultural, lo limitó a través de fronteras, de esta manera, el mundo moderno, queda dividido en bloques gigantescos que segregan sociedades y las aglutinan en demarcaciones territoriales con una exclusión real y simbólica entre un ellos y un nosotros, a esto se le llama identidad nacional.

Si bien es cierto que en la actualidad y gracias a la globalización los flujos migratorios se han intensificado, ya sea por el dinamismo laboral que obliga a las masas obreras a trasladarse de un lado a otro, o por un mercado que entra en países herméticos primero en forma bélica y militarista y posteriormente en forma comercial, mercadotécnica y extractivista, lo cierto es que esta migración la mayor parte de las ocasiones no es deseable, ni para el que migra que más que voluntario es obligado, ni tampoco para el receptor de la migración, sin embargo, estos procesos migratorios son consecuencias sociales de una ejecución histórica por parte de los hacedores de la historia, entendiendo a esta en un sentido occidental y universalista.

Y, evidentemente, los países receptores de inmigrantes son los países ricos, fundamentalmente Europa y América del Norte, además de algunos países asiáticos, mientras que las cuatro principales zonas de exportación de emigrantes son África, América Latina, el Este de Europa y Turquía, además de algunos países asiáticos, de forma que, por primera vez desde hace siglos. (Osuna, p.125)

El flujo de bienes, servicios y dinero supera con creces los flujos humanos, la tendencia del sistema apunta a adelgazar las fronteras para los bienes y servicios, pero ensancharlas para las personas, aún con estas restricciones institucionales y xenófobas hoy en día las culturas deben de existir una al lado de otra al interior de un mismo país, algunos han logrado una coexistencia exitosa, pero en otros, esta realidad de diversidad cultural, ha sido motivo de conflictos y en su sentido más extremo, de estallidos de nacionalismos, como lo sucedido en 2015 y 2016 cuando Europa vivió la crisis migratoria:

Orban, enemigo acérrimo de Bruselas desde el comienzo de la crisis de los refugiados en 2015, cerró y valló su frontera con Croacia y Serbia, la principal entrada terrestre al espacio Schengen utilizada hasta entonces por miles de personas.

La Unión Europea estudia cambiar la ley para multar a los países miembro que no acepten sus cuotas, para que los migrantes sean realojados en otro lugar.

“En la campaña, que oficialmente comienza ahora, además de los partidos en el Gobierno, probablemente Jobbik, de extrema derecha, también pedirá a los votantes que digan NO a Bruselas. Las formaciones de izquierda harán campaña por el SÍ”. (Euronews, 2016)

El intercambio cultural existe y es posible, la interculturalidad, a pesar de sus múltiples críticas, sigue siendo sostenida como un posible camino a la convivencia humana, algunos incluso ven en esta no solo una posibilidad, sino una condición, no obstante, en este camino sigue vigente el idealismo y la esperanza, elementos que se ven opacados por el actuar surgimiento de nacionalismos alrededor de mundo, es por eso que, el concepto de interculturalidad debe de abordarse de forma crítica y reconocer en este sus fallos, pues estos brotes nacionalistas surgen incluso al interior de las sociedades que se apreciaban como las más abiertas y libres, lo que hace cuestionarse si esta interculturalidad más que una realidad hecha desde las relaciones sociales cotidianas, no era un efecto controlado de un discurso institucional, es decir, si esta convivencia entre culturas tan solo se mantenía en las formas, dentro del marco legal (desgastado y en ocasiones acrónico) y no trascendió a la identidad real y no discursiva misma.

La existencia en un contexto de dos o más culturas es una realidad y no solo una utopía o caso de estudio, aún con esto, la mera coincidencia de culturas en contexto no es suficiente para lograr un dialogo, ni mucho menos, se puede concebir esto como interculturalidad.

El dialogo entre culturas para lograr esta interculturalidad, deseada por muchos, no puede entenderse como un fenómeno libre de ciertos choques y discrepancias, sin embargo, cuando existe una voluntad, estos se pueden reducir para producir el suelo común de encuentro, aún con esto, la sola existencia de diferencias identitarias y, por ende, existenciales, continuará creando ciertas barreras impenetrables en donde descansa la propia identidad de los sujetos, un monumento que, de derribarse, deja sin una plataforma al sujeto y lo despoja de su sentido. Para aclarar esto, a continuación un pasaje de uno de los experimentos que se realizaron en la década de 1960 por los psicoterapeutas del Instituto de Esalen en California y retomado por el documental “El siglo del yo” de Adam Curtis.

[…]Organizaron un grupo de encuentros entre blancos y negros radicales. Ambos grupos fueron animados a expresar sus sentimientos racistas interiores que les habían sido inculcados por la sociedad, haciendo esto, ellos trascenderían esos sentimientos y se encontrarían entre ellos como individuos

Los grupos de encuentro entre blancos y negros radicales fueron un desastre. Los negros radicales veían en ello un intento malintencionado para destruir su poder, al tratar de convertirlos en individuos liberados Easlen estaba eliminando la única cosa que les daba poder y confianza en su lucha contra el racismo: Su identidad colectiva como negros. (Curtis, 2002)

El encuentro y dialogo de culturas diversas, no debe suponer la eliminación de la otredad como identidad, en términos simples, ambas culturas ven en el otro a su otredad directa y en base a esto, forman sus vínculos identitarios, uno se define por lo que es, pero también por lo que no es, encontrar ese vínculo en lo que ambos son, es donde el suelo de mutuo entendimiento se puede construir.

Aun con lo anterior, las diferencias siempre estarán presentes y el conflicto, por más que se reduzca a través de dinámicas sociales y de instituciones politizadas, será una posibilidad real. Cuando se entabla un dialogo intercultural, de igual forma se debe de entender que se está haciendo una negociación cultural en un nivel micro ¿Qué tanto de mis esquemas culturales debo de ceder o de flexibilizar para lograr el entendimiento y convivencia con una cultura diferente a la mía? En esta convivencia, los esquemas rígidos terminan por enfrentarse, es necesaria una flexibilidad cultural para lograr este dialogo.

El caso francés es representativo, pues Francia es un país que ha enmarcado sus políticas culturales en esquemas rígidos y verticales en donde la cultura francesa es la cultura que se universaliza al interior de su territorio y, por ende, la cultura dominante, es un ejemplo de la incapacidad institucional de un país para poder entablar un dialogo real con otra cultura, en este caso la árabe, pero más particularizada hacia los árabes musulmanes, esta incapacidad no solo tiene su evidencia en enfrentamientos culturales que se dan al interior del país, tanto a un nivel institucional como la discusión, aprobación y rechazo de ciertas leyes que repercuten directamente en esa otredad musulmana, como también a un nivel directo, como los ataques terroristas que Francia ha sufrido más intensamente desde 2015.

El terror se apoderó ayer de Francia con un bárbaro ataque contra el corazón de los valores de la República y de Occidente en general. Al menos dos de los tres autores del atentado penetraron a tiros a media mañana en la redacción del semanario satírico y progresista Charlie Hebdo y asesinaron a quemarropa a 12 personas, la mayoría miembros de la redacción, incluido su director, Stéphane Charbonnier, conocido como Charb. (Yárnoz, 2015)

La falta de dialogo deriva de una inflexibilidad institucional, que reproduce modos de convivencia y de existencia no aptos para la entrada de la diferencia que cuestionaría valores nacionales, recordemos que, la identidad francesa, en buena medida está definida por la Revolución francesa. No puede existir una dificultad de entendimiento cultural cuando ni siquiera se acepta la existencia de otras culturas al interior del país y se pretende que quien viva en Francia, actúe como francés y solo como francés, obligando a las culturas arribadas a abandonar sus identidades y valores para adquirir otros diferentes en una suerte de transculturación axiológica. La cultura propia, si se quiere conservar, solo se puede mantener en la esfera de lo privado, en lo público lo francés es ley, al no existir representantes políticos de esos árabes musulmanes recién llegados, la ley no negociada se hace imposición.

Francia tiene un modelo asimilacionista que ha demostrado ser un modelo fallido para la paz.

Se trata de un proceso de adecuación del inmigrante a la sociedad receptora, que requiere que éste adquiera la cultura, costumbres y modos de vida de la comunidad de acogida, dejando a un lado los suyos propios, desapareciendo así su condición de extraño o diferente. Es entonces cuando la sociedad de adopción le reconocerá como uno de los suyos, produciéndose así la plena integración del inmigrante. (Osuna, p. 126)

Pero esta integración mencionada solo sucede en las formas, la cuestión real, es si esto se puede lograr en el propio sentido de pertenencia y de identificación con el colectivo. Algo interesante en el ataque perpetrado a las oficinas de Charlie Hebdo es lo siguiente: Los tres sospechosos identificados anoche por la policía son Said K. y Chérif K., hermanos de 34 y 32 años respectivamente, y Hamyd M., de 18 años. Los tres individuos son de nacionalidad francesa. (Yárnoz, 2015)

El sentimiento de pertenencia resulta crucial en la vida humana, en buena medida, el movimiento yihadista alimentó sus filas por hijos de migrantes árabes nacidos en países europeos y, por ende, de nacionalidad de algún país europeo, una visión poco profunda de esto podría entender que la nacionalidad es suficiente para sentir pertenencia a un país, que nacer en una tierra es suficiente para sentir un lazo a esta, no obstante, el modelo francés ha resultado tan fallido en lo que respecta a la interculturalidad, que el sentimiento de rechazo simbólico que existe al interior del país a través de sus políticas que no dejan ser, no se limita a migrantes llegados a Francia, sino también a generaciones posteriores que, siendo francesas de nacionalidad, se vuelcan contra su forma de civilización y sus valores al no sentirse parte de estos, por no haber existido una voluntad real de dialogo cultural y, más bien, una imposición de una forma de ser y de existir que, por más libre que se declare, no deja de tener el signo de la violencia al ejercerse de forma obligatoria.

Francia es también el país europeo que más combatientes aporta a las filas del Estado Islámico. Al menos 1.400 y, según la policía, 300 han regresado a esa nación, lo que supone una potencial amenaza. En 2012, Mohamed Merah, combatiente en Afganistán y Pakistán, asesinó a siete franceses, incluidos tres escolares judíos, en las ciudades de Montauban y Toulouse. El año pasado, Mehdi Nemmouche, que había estado en Siria, regresó a Francia y mató después a cuatro personas en el museo judío de Bruselas. (Yárnoz, 2015)

Estas políticas asimilacionistas de igual forma se pudieron apreciar con la prohibición francesa de portar en pública cualquier indumentaria que imposibilite la identificación del ciudadano, no obstante, detrás de esta ley, se ocultaba una acción política que iba dirigida contra la somunidad musulmana:

En 2012 dos mujeres francesas fueron procesadas y condenadas por vestir “prendas destinadas a ocultar sus rostros en público” en virtud de una ley adoptada en el país en 2010.

Según un comunicado emitido por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, la ley francesa señala que «nadie puede usar” una prenda de vestir destinada a ocultar la cara en un espacio público.

La norma busca prohibir el uso público del velo islámico completo, que cubre toda la cara, dejando sólo una abertura estrecha para los ojos. 

El Comité considera que la prohibición de llevar el niqab en público “menoscababa desproporcionadamente el derecho de los peticionarios a manifestar sus creencias religiosas”, y que Francia no ha explicado adecuadamente por qué es necesario prohibir esa vestimenta. (Pirozzi, 2018)

El gobierno francés a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores justifica esta prohibición de la siguiente manera:

  • Cualquier ciudadano, en la sociedad francesa, debe poder ser identificado en caso de que sea necesario para evitar, por ejemplo, que se produzcan comportamientos delictivos. Por ello, la prohibición del velo integral está justificada por consideraciones de orden público;
  • Ocultarse el rostro equivale a situarse en una situación de exclusión incompatible con los principios de libertad, de igualdad entre hombres y mujeres y de dignidad humana tal y como los concibe la República Francesa.

Este conjunto de acciones y de políticas son lo que han avivado el conflicto ente Medio Oriente y Occidente, un conflicto que más que político es cultural, pues lo político es una expresión de un fundamento cultural. Dos formas de existir y de apreciar la realidad se han enfrentado a lo largo de la historia, las cruzadas fueron un momento de este mismo fenómeno, de este choque de civilizaciones, hoy en día, este choque se aprecia en forma del “mundo civilizado” (occidental), contra el terrorismo islámico (oriente), pero también de forma más institucionalizada, discursiva y diplomática, como los enfrentamientos que hubieron entre Europa, particularmente Francia y Turquía después de que Macron reafirmara que la libertad de expresión no cedería ante nada, ni siquiera cuando esta supusiera una ofensa a las creencias islámicas (lo que motivó a que un extremista decapitaran al profesor Samuel Paty) y Erdogan respondiera a esta postura:

La tensión entre Turquía y Francia ha escalado con las nuevas declaraciones del presidente turco Recep Tayyip Erdogan a boicotear los productos franceses, una acción que ha emergido en distintos puntos del mundo musulmán a raíz de la republicación de las caricaturas del profeta Mahoma. Los aliados europeos consideraron «difamatorios» los comentarios de Ankara y declararon su respaldo a Francia «por la libertad de expresión y contra el extremismo y el radicalismo». (Plazas 2020)

No solo se entra en conflicto con otra cultura, también se entra en conflicto con dos valores elementales de las democracias liberales: La libertad de expresión y la libertad de culto. En este caso particular, un valor está por encima de otro, cuestión que también denota la falta de equivalencia que existen entre derechos (valores) procedentes de un cultura o de otra, pues a pesar de que el sistema jurídico utilizado es el derecho francés y a pesar de que ambas libertades estén expresadas y procuradas en este, lo cierto es que mientras que occidente pondera la libertad de expresión por sobre la religión, en Medio Oriente, la religión, incluso en países laicos, tiene un peso mayor por sobre la libertad de expresión, pues es la religión y no la libertad, el pilar sobre el que sus sociedades están erigidas,  una evidencia de la incompatibilidad axiológica de oriente y occidente.

La obligatoriedad de la convivencia tampoco es efectiva ni deseable, la convivencia debe darse en un escenario desinstitucionalizado, es decir, de forma natural, la interculturalidad no solo es una propuesta de convivencia, sino también una propuesta que cuestiona a un proyecto de globalización que homogeneiza y hace del mutuo entendimiento una oportunidad para ensanchar el mercado y para incluir a nuevos sujetos a sus dinámicas. La interculturalidad encuentra su limitante real en el propio trazo de las democracias liberales, fundadas y justificantes de ciertas clases y grupos étnicos pertenecientes a ciertas creencias que toman los enclaves de poder económico y político, y explican su razón de ser a través de este sistema que se reproduce a sí mismo y a sus grupos dirigentes y que a su vez fundan el sistema internacional actual. Los Estados-nación fueron creados para una tipología de sociedad con un esquema de valores bien trazado, no cualquiera puede pertenecer a una sociedad de este tipo, existe una exclusión simbólica y real, no cualquiera puede ser sujeto de derecho de esa sociedad, no cualquiera puede formar parte de esa identidad, un Estado-nación, por más liberal y multicultural que se proclame, es una forma hermética que solo admite la inclusión de otras culturas en tanto estas no le sean adversas a su mera existencia, hay en los Estados-nación con respecto a la migración procedente de otras formas civilizatorias, una barrera fronteriza, un obstáculo institucional, una exclusión jurídica, una diferenciación económica, un desentendimiento lingüístico y una distanciamiento cultural, el mercado, en ese sentido, está más abierto al flujo migratorio, pues dinamiza el mercado, sin embargo, este flujo está caracterizado por la desigualdad abrumadora y por la homogeneización de las culturas a través de la medida occidental. Un sistema político, económico y social, interiorizado en el Estado que se fundó con el ascenso al poder de nuevos grupos que trazaron un demos, que a su vez protege los capitales al interior de estos, pero que también supone un rechazo a otras culturas en tanto estas tienen otras formas de proceder y de existir y esto se enfrenta a los valores fundacionales del Estado y, por ende, cuestiona la propia razón de ser de este mismo. La interculturalidad se ve limitada por este modelo de organización social internacional, que implícitamente impide la entrada de otras formas a su interior y que, de hacerlo, demanda una olvido voluntario de identidad, pero como ya se mencionó, la pérdida de identidad es una pérdida de sentido y esta identidad no es algo que se pueda adquirir a través de trámites burocráticos.

El gran dilema entre la interculturalidad y el Estado-nación se puede explicar a través del siguiente planteamiento: Si la interculturalidad se ve limitada por las propias estructuras institucionales de los Estados-nación, pero los sujetos fundan su identidad a través de su pertenencia a una nación ¿Qué se puede hacer para que la interculturalidad se promueva y facilite de forma real sin eliminar al Estado-nación dador de identidad, pero sin que este siga siendo un limitador de este mismo dialogo e intercambio y sin caer en la trampa neoliberal y capitalista del mercado homogeneizador que integra a la diferencia a un modelo de consumo?

Bibliografía:

Osuna, Á. R., Bernal, A. O., Mangas, S. L., & Martínez, B. A. Inmigración y modelos de integración: Entre la asimilación y el multiculturalismo.

Euronews. (2016). Hungría celebrará su referéndum sobre inmigración el próximo dos de octubre. Recuperado el 19 de noviembre del 2020, de Euronews Sitio web: https://es.euronews.com/2016/07/05/hungria-celebrara-su-referendum-sobre-inmigracion-el-proximo-dos-de-octubre

Yárnoz, C. (2015). Doce muertos en un atentado en la revista ‘Charlie Hebdo’ en París. Recuperado el 19 de noviembre del 2020, de El país Sitio web: https://elpais.com/internacional/2015/01/07/actualidad/1420629274_264304.html

Plazas, N. (2020). Ante llamada a boicot de Turquía, Europa cierra filas en torno a Francia. Recuperado el 19 de noviembre del 2020, de France 24 Sitio web: https://www.france24.com/es/francia/20201026-francia-macron-erdogan-boicot-mahoma

RFI. (2019). Nueva polémica sobre la cuestión del velo islámico sacude a Francia. 19 de noviembre del 2020, de France 24 Sitio web: https://www.france24.com/es/20191016-nueva-polemica-cuestion-velo-islamico-francia

Muñoz Sedano, A. (2016). Enfoques y modelos de educación multicultural e intercultural.

Pirozzi, G. (2018). La prohibición de vestir el velo integral en Francia viola la libertad de religión. Recuperado el 19 de noviembre del 2020, de ONU Sitio web: https://news.un.org/es/story/2018/10/1444152#:~:text=Regiones-,La%20prohibici%C3%B3n%20de%20vestir%20el%20velo%20integral,viola%20la%20libertad%20de%20religi%C3%B3n&text=El%20niqab%20es%20un%20velo%20isl%C3%A1mico%20que%20solo%20deja%20ver%20los%20ojos.&text=La%20norma%20busca%20prohibir%20el,abertura%20estrecha%20para%20los%20ojos. 

Ministerio de Asuntos Exteriores. (2015).  Francia es un Estado laico. ¿Qué significa? Recuperado el 19 de noviembre del 2020.Sitio web: https://www.diplomatie.gouv.fr/es/venir-a-francia/conozca-francia/francia-es-un-estado-laico-que-significa/#:~:text=La%20separaci%C3%B3n%20entre%20las%20iglesias%20y%20el%20Estado%20significa%20que,iglesias%20son%20iguales%20en%20derecho.

Curtis, A (Mundo equilibrio). 12 noviembre del 2017. El siglo del yo/ Cap.3/ Un policía en nuestras cabezas que debe ser destruido. Sitio web: https://www.youtube.com/watch?v=CvppZroQ1bI&t=489s

 

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