Por: Sergio Andrés Arroyo Collante.
La cultura, como parte inherente del ser humano, ha sido un factor clave en la política exterior de los Estados-nación en las últimas décadas, siendo reconocida como un tercer pilar junto las políticas de seguridad y el comercio, convirtiéndose así en un elemento indefectible para el entendimiento mutuo entre naciones. Para profundizar más en el planteamiento de este ensayo y cumplir con su objetivo de dar luces sobre la diplomacia cultural como un instrumento novedoso de la política exterior colombiana, debemos ahondar primero en la definición de la misma, la cual hace hincapié en el papel que desempeñan los factores culturales en las relaciones internacionales. También quiero citar una de las definiciones más conocidas y utilizadas en el ámbito de las relaciones internacionales como la planteada por Milton Cumming (2003), quien la definió como “el intercambio de ideas, información, arte y otros aspectos de la cultura entre las naciones y sus pueblos para fomentar el entendimiento mutuo”.
Teniendo en claro las definiciones anteriores, debemos anexar y exaltar que la cultura es una herramienta infalible para evitar los medios coercitivos, siendo esta la base de lo que conocemos como “poder blando”, en donde lo atractivo de la cultura sirve como método de persuasión para que los Estados-nación puedan conseguir los objetivos de su política exterior.
En lo que respecta a Colombia, país que posee una abundante cultura de un valor inconmensurable, debe tomar esta como uno de sus pilares más importantes para desarrollar con éxito su política exterior y así, de esta manera la Colombia del posconflicto presente al mundo una nueva cara ante la imagen desfavorable que ha tenido a nivel internacional en las últimas décadas por cuenta de la violencia y el narcotráfico. Si bien es cierto que lo anteriormente mencionado ha ido cambiando notablemente y que se han logrado avances sustanciales en la promoción de la cultura colombiana en el exterior, Colombia debe convertirse en una potencia de la diplomacia cultural en la región y más allá de ella, tal como la han hecho países como Indonesia, México, Corea y Turquía, quienes han llevado de manera coherente sus estrategias de la diplomacia cultural y la visión que internamente han construido de imagen internacional.
Para llevar a cabo este objetivo y aprovechar en su verdadera dimensión el potencial cultural de Colombia, se debe promover su cultura de manera sostenida, articulada y coherente desde la política exterior; esto se consigue con el fortalecimiento de los procesos culturales y sus protagonistas, haciendo sinergia con los ámbitos económicos, políticos y comerciales. También, permitiendo una equilibrada participación entre los actores estatales y no estatales, creando nuevos y mejores canales de comunicación y cooperación.
Analizando el caso de éxito de los cuatro estados mencionados anteriormente, se han planteado algunas estrategias en el ámbito de la diplomacia cultural que nuestro país debería implementar en su política exterior. Entre ellas tenemos:
- Desarrollar intercambios académicos de avanzada, que consiste en expandir la oferta de becas del gobierno colombiano administradas por el Icetex a todos los Estados con los que se tiene relaciones diplomáticas. Además, robustecer el sistema educativo colombiano y mejorar la calidad de desenvolvimiento de los profesionales y técnicos colombianos.
- Incentivar la enseñanza de idioma o idiomas representativos de la nación e historia nacional, mirando la posibilidad de un centro cultural de Colombia en el exterior con el cual el país tenga un insumo de grandes proporciones a partir de su cultura, así como lo ha mostrado la experiencia de los cuatro estados mencionados.
- Crear redes de expertos y amigos del estado, consolidando el músculo de la Academia Diplomática para expandir los convenios de colaboración con las academias diplomáticas homólogas.
- Establecer lazos culturales expansivos con los connacionales en el exterior y migrantes extranjeros estableciendo alianzas para que Colombia contribuya en el entendimiento de la migración interna en escenarios de conflicto y así posicionarse como un laboratorio de investigación frente a la multidimensionalidad del fenómeno de migración.
- Velar por la protección, conservación y promoción del patrimonio cultural, potenciando la labor de la comisión para la Unesco e incrementar efectivamente las candidaturas a prácticas y expresiones culturales del patrimonio inmaterial a la lista de la Unesco.
- Incentivar la promoción cultural en el exterior garantizando el equilibrio entre los componentes de la diplomacia cultural, deportiva y educativa, que representa un paso de institucionalización importante desde el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Entre otras, estas estrategias son fundamentales para que Colombia lleve con éxito su agenda exterior y así darle a la diplomacia cultural la relevancia que esta merece.
La política internacional ha conferido a la cultura un papel importante en las últimas décadas, por ello debemos dimensionar los desafíos que la globalización y sus dinámicas traen para Colombia, en donde todos son actores con el deber de contribuir, de una u otra manera, a que se potencie y sea un caso de éxito para el mundo como una nación que trasciende sus fronteras a través de la cultura, trayendo así consecuencias positivas para el país.
“La diplomacia cultural será el marco más eficaz para la consecución de este objetivo”.
Referencias bibliográficas
Montoya, Sandra. “Política exterior y diplomacia cultural: hacia Colombia en posconflicto”. Bogotá: Editorial de la Universidad Católica de Colombia, 2017.
El papel de la diplomacia cultural en las relaciones internacionales. Revista CIDOBd’Afers Internacionals, núm. 88, p. 107-18