Por: Carlos Hernández. Profesional en Relaciones Internacionales

El término “países BRIC” fue acuñado por primera vez por Goldman Sachs en el 2003, pero no fue sino hasta 2008 cuando se lanzó oficialmente el grupo BRICS y comenzaron las reuniones anuales entre este grupo de cinco países conformado por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica (Que se adhirió posteriormente). Esta denominación se empleó para describir grandes países con poblaciones numerosas, muy dinámicos comercialmente y con gran peso económico a nivel global. Países que según las proyecciones desplazarían a Japón y a Europa como segunda y tercera potencias económicas en años venideros.

El peso económico, la población y su contribución al crecimiento mundial son determinantes para ser considerados como países emergentes, es decir, naciones que por su crecimiento económico, su atracción de inversión extranjera directa, bajo coste de su mano de obra, enorme extensión de sus territorios y gran cantidad de recursos naturales saltarían al protagonismo económico mundial para el año 2050, o antes, de continuar las tendencias de crecimiento y el clima favorable a estas expansiones económicas. En necesario puntualizar, que en lo económico, este conjunto de países se caracteriza por su búsqueda para alcanzar la prosperidad, teniendo como base su nivel de producción industrial y sus ventas al exterior. Los mismos buscan colocarse como competidores de las economías más prósperas y estables por los bajos precios de sus productos.

Asimismo los países BRICS en lo político buscan crear un mundo institucional multipolar, sin hegemonías, con supremacía de la cooperación internacional y la no confrontación con los países desarrollados, además promover reformas en el orden económico internacional y combatir el cambio climático. Según cifras estimadas estos países ostentan el 25 por ciento del Producto Bruto Mundial, el 43 por ciento de la población de todo el planeta, y movilizan 20 por ciento de la inversión en todo el mundo. Además, los cinco países en conjunto poseen el 45 por ciento de la fuerza laboral global, y representan el 15 por ciento del comercio mundial.

Estos son los motivos que explican el por qué estos países están llamados a participar de forma creciente en el escenario internacional, de tal manera que sus puntos de vista y decisiones no sean solamente tenidas en cuenta sino que influencien en la geopolítica mundial. No obstante, no todo el panorama es favorable a este colectivo de países, ya que parte de la definición de países emergentes es que son naciones pobres con numerosas poblaciones, lo cual explica el bajo costo de su mano de obra pero también la existencia de una enorme masa de pobreza y miseria.

Por tratarse de economías que se movilizan desde el subdesarrollo hacia la industrialización, deben afrontar grandes problemas en la fase de consolidación económica: mayor distribución del ingreso, generación de empleo y por tanto un impulso al crecimiento de las clases medias, de tal suerte que al consolidar sus modelos de desarrollo no tengan presiones desestabilizadoras que impidan su estabilidad como poderes económicos. Por último, también juegan en contra las presiones ejercidas por las tradicionales potencias occidentales en una interesante lucha de poderes e influencias en las que el resultado de este pulso está por definirse aún.

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