Por: Daniel Rodríguez. Director Ejecutivo CIBEI.

La calidad democrática de cualquier país se debe evaluar desde una perspectiva multidimensional. A menudo se suele asociar el estado democrático con el derecho que tiene los ciudadanos al sufragio universal. Siguiendo esta tesis, y con base en los resultados de la recientes elecciones legislativas en Colombia, donde más del 50% de los colombianos decidieron abstenerse de acudir a la unas, nuestra democracia estaría en un inminente riesgo.  Ahora bien, esta osada conclusión se asemeja más a un ejercicio de simulación democrática que a una realidad democrática en stricto sensu.No por ello estaría desconociendo el preocupante fenómeno de antipatía electoral que responde a una razón principalmente; la desconfianza del potencial electoral colombiano frente a la baraja de candidatos a integrar el órgano legislativo. Por lo anterior, se debe precisar que la democracia es política, pero también social (civil) y económica.

El análisis de la calidad democrática en Colombia cobra un especial interés por la existencia del conflicto interno armado. En Colombia existe claramente una fragmentación social, la vida urbana es una antípoda del día a día en las poblaciones rurales. La existencia de “varias Colombias” causa una distorsión de la percepción democrática, la cual depende básicamente de la posición que se ocupe en estructura social del Estado. Como anota Sartori (1994) “queda claro que el juicio depende de la definición o de nuestra idea de qué es la democracia, qué puede ser o qué debe ser”. Institucionalmente y gracias a la Constitución de 1991 Colombia se precia de tener una democracia fuerte. A pesar de ello la democracia no se debe valorar únicamente desde los aspectos procedimentales (institucionales) sino también desde el ámbito sustantivo (valores).

Los instrumentos fundamentales de análisis cualquier democracia son; por una parte los aspectos referentes al cumplimiento y respeto de la ley (rule of law), los mecanismos de rendición de cuentas (accountabilty), y por otro, la reciprocidad (responsiveness) que pasa por la medición de los resultados de las políticas públicas. Adicionalmente se deben valorar los principios de solidaridad, libertad, igualdad y dignidad. Estas variables en conjunto se evalúan a través de indicadores de desarrollo democrático.

No podría desconocer que Colombia está viviendo un momento coyuntural favorable que impulsa decididamente la consolidación democrática mediante la superación de los obstáculos existentes; lucha contra la pobreza y desigualdad, generación de empleo, inclusión y desarrollo sostenible. A pesar de las dificultades y de la pervivencia del conflicto interno armado,han habido mejoras sustanciales.

Visto desde un contexto internacional y al examinar el área de estudio en el espacio iberoamericano, se puede evidenciar que resalta la preeminencia del principio democrático. La carta democrática interamericana se erige como el instrumento de mayor importancia de defensa de la democracia representativa, la paz, la estabilidad y el desarrollo de la región. En las cumbres iberoamericanas y en las reuniones bilaterales de jefes de Estado la defensa, promoción y fortalecimiento de la democracia es un tema infaltable en la agenda política de los países iberoamericanos.

Aun así, los colombianos no debemos caer en el error de concebir la democracia como muchas doctrinas la denominan “falacia electoral” por la existencia del sufragio universal y la realización de elecciones libres, “limpias e imparciales”.

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