Por: Andrea Del Pilar Naranjo Morales[1]

La amenaza de expansión del virus del ébola se sitúa como uno de los temas de mayor relevancia internacional en los últimos años. El evento además de ser una innegable muestra de la crisis global de salubridad, puede constituirse como oportunidad y desafío para la cooperación para el Desarrollo, en un contexto de emergencia.

El sistema de cooperación internacional,  luego de la recesión económica internacional, sufrió estimables modificaciones porque afectó en mayor medida a los Estados desarrollados que fungían como socios donantes, lo que visibilizó nuevos sujetos dentro de la dinámica de la ayuda internacional, y  junto con ellos, dinamizó los modelos alternativos de Cooperación internacional horizontal y complementaria[1], sustraídos de los criterios históricamente aceptados de la ayuda Norte-sur y exclusivamente interestatal.

Nuevas figuras como la Cooperación entre Estados de rentas medias y bajas (Sur-Sur)[2], o la cooperación triangular efectuada en concierto con dos Estados en procura de un tercero, así como aquella proveniente de sujetos heterogéneos no exclusivamente estatales: ONG´S y  Sector privado[3], permiten concebir metodologías novedosas para acercar las ayudas, estructuradas sobre los criterios consensuados de corresponsabilidad, participación y mutua rendición de cuentas, bajo el principio de igualdad jurídica[4], ejemplo de dicha aseveración constituye el traslado reciente de personal médico de Cuba a los territorios africanos  con riesgo alto de contagio del virus del ébola enfermedad que ha diezmado la población de África Occidental especialmente en Liberia, Sierra Leona Y Guinea, con una cifra que supera las 4500 personas fallecidas.

El fenómeno ha permitido  no solamente demostrar las graves falencias en los sistemas de salud mundiales y reforzar las evidencias sobre las consecuencias perniciosas de un sistema que a pesar de denominarse globalizado, aísla a los Estados de rentas bajas que acaparados por la corrupción, el abandono y la insatisfacción de necesidades básicas, dejan de lado los esquemas de atención en salud en especial en sus fases de promoción y prevención, ha servido además como aliciente para la ejecución de cooperación en procura de conjurar los riesgos biológicos que implicaría una epidemia de esta magnitud.

La cooperación Cubana hacia los Estados Africanos no es novedosa y no se circunscribe al traslado de personal humano únicamente, la historia de hermanamiento data de mediados de los años setenta con una readaptación en los noventa[5] y se ha concentrado en labores de prevención, promoción y capacitación hasta la reconstrucción de los servicios de salud, inclusive con la apertura de escuelas de medicina en Gambia, Guinea Ecuatorial, Ghana, Guinea Bissau, Etiopía y Uganda. Hermanamiento que ha permitido vincular otros Estados como Brasil, colaborador directo en las brigadas de vacunación contra la meningitis A y C[6].

La labor es ejemplo de los virajes de las agendas de cooperación hacia temas -en principio- ajenos al económico entre los que se incluyen los intercambios de tecnología, el derecho ambiental, los nuevos referentes y desafíos del derecho al desarrollo y en especial los destacables avances en la asunción del concepto de universalización de los derechos Humanos y debe servir como aliciente para entender la necesidad de construir soluciones que permitan la participación de todos los vinculados hacia un proceso que favorezca los sistemas de información y comunicación entre los socios potenciales, evite la excesiva fragmentación y dispersión de donantes y receptores y precisen los objetivos y finalidades, teniendo como única perspectiva las necesidades reales de los socios receptores, extractados de consensos con las comunidades,  las prioridades de su política pública y no solamente sus mediciones como países de renta baja como único indicador[7] finalmente, debe contribuir en el desarrollo de modelos alternativos de cooperación que solamente adquirirán relevancia cuando los Estados y sus ciudadanos asuman de manera consciente, informada, y decidida, compromisos para la consecución progresiva y equitativa de esquemas de cooperación que asuma el desarrollo como un concepto integral traducido en la eliminación de la pobreza, la alfabetización,  el acceso a los esquemas de salud adecuada, protección del medio ambiente y en especial el fomento de la asociación mundial con equidad.

[1] Investigadora independiente y Abogada  de la Universidad La Gran Colombia, con  especialización en Derecho Constitucional Universidad de Nuestra Señora del Rosario y  Maestría en Relaciones Internacionales Iberoamericanas. Candidata a doctorado en  RRII iberoamericanas Universidad Rey Juan Carlos Madrid. España. https://urjc.academia.edu/AndreaNaranjoMorales

Notas

[1] La declaración de Doha. De 2008, las cataloga como formas no sustitutas de cooperación., sino como complementarias de la Cooperación Norte Sur.

[2] la Resolución 64/222 Asamblea General de las Naciones Unidas. 21 de Diciembre  de 2009.

[3]Ver un ejemplo de la multiplicidad de actores en la Declaración final de Busan. IV foro de alto nivel sobre efectividad de la ayuda. Busan República de Korea. Noviembre – Diciembre 2011.

[4] OCDE Declaración de París Sobre la Eficacia de la Ayuda Al Desarrollo. Marzo de 2005 Foro de Alto Niverl sobre eficacia de ayuda al desarroll y Programa de Acción de Accra. Tercer Foro de Alto Nivel sobre eficacia de ayuda al desarrollo. Septiembre Accra Ghana. 2008.

[5] González López, David. (2002). Relaciones Cuba-África: marco para un bosquejo bibliográfico. Estudos Afro-Asiáticos, 24(3), 601-630. Recuperado October 21, 2014.

[6] Ver coordinación de las ayudas de fabricante Bio-Manguinhos (Brasil) en asociación con el Instituto Finlay de Cuba, en Organización Mundial de la Salud (OMS) disponible en http://www.who.int/mediacentre/news/notes/2007/np12/es/.

[7] Sanahuja, J. Antonio “¿Más y mejor ayuda? La Declaración de París y las tendencias en la cooperación al desarrollo”, en Manuela Mesa (Coord.), Guerra y conflictos en el Siglo XXI: Tendencias globales. Anuario 2007-2008 del Centro de Educación e Investigación para la Paz (CEIPAZ), Madrid págs. 71-101.

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[1] Investigadora independiente y Abogada  de la Universidad La Gran Colombia, con  especialización en Derecho Constitucional Universidad de Nuestra Señora del Rosario y  Maestría en Relaciones Internacionales Iberoamericanas. Candidata a doctorado en  RRII iberoamericanas Universidad Rey Juan Carlos Madrid. España. https://urjc.academia.edu/AndreaNaranjoMorales

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