Por: Carlos Hernández

Durante el mes de junio de 2016, los británicos se dirigieron a las urnas para decidir la permanencia del Reino Unido de Gran Bretaña en la Unión Europea. Este evento fue diseñado e implementado bajo pocas consideraciones acerca de los efectos políticos, económicos y sociales que tendría sobre la población británica; la europea; la economía de ambos protagonistas e incluso de la política en toda Europa. La escasa planeación y aparente espontaneidad, junto a una falla de juicio del Premier inglés David Cameron llevaron a que se planteara este mecanismo de participación popular, que culminó con una victoria muy significativa y de consecuencias casi impredecibles para sus ciudadanos,  así como para los del resto de Europa.

El Reino Unido de Gran Bretaña es una potencia mundial, la quinta economía del mundo y la segunda en importancia en la Unión Europea, aparte de eso, tiene una gran relevancia a nivel mundial por su poder político, aporta 2.6 billones de Euros al bloque económico, que es una parte importante para el comercio global y tiene una de las divisas más fuertes del mundo: La famosa Libra Esterlina. En estas circunstancias se puede establecer de manera diáfana, porque esta aparente decisión de soberanía y expresión de nacionalismo tiene efectos allende las fronteras, con repercusiones de alto impacto a nivel interno, regional y por supuesto global debido a las enormes cifras económicas que se manejan en inversión privada y transferencias al bloque y viceversa, así como un remezón en los mercados financieros globales, e incluso el valor de las divisas.

El Brexit derivado de las palabras “Britain” y “Exit” tiene sus orígenes en consideraciones que se podrían definir como políticas, en la medida que influye el renovado nacionalismo que recorre Europa, el “euroescepticismo”, la tensión por la soberanía con Bruselas (Bélgica), el control de la inmigración, los desafíos de seguridad nacional, la identidad cultural diferenciada de los británicos y presiones partidistas de ultraderecha como las del nacionalista partido UKIP. En el contrapunteo entre la campaña de “remain” (quedarse) o “leave” (abandonar) se enarbolaron diferentes argumentos poco estudiados y estructurados, con los cuales se agitó la población, que finalmente se decantó por la opción de abandonar el bloque europeo de 500 millones de consumidores. El más grande del mundo y que aporta una parte significativa del comercio mundial con un 22 por ciento.  

La dimensión económica es fundamental para comprender este fenómeno, así como los argumentos a favor y en contra; las consecuencias para el Reino Unido, Europa y la economía global. Uno de los grandes protagonistas de esta situación, la encarna el ex Premier David Cameron el cual convocó la consulta popular por presiones de su partido y porque había sido promesa de campaña, lo que finalmente lo obligó a presentar la renuncia tras la contundente victoria del “leave”. Cameron argumentó que las consecuencias económicas de apartarse de la Unión Europea serían desastrosas y los costos mayores a los beneficios, por lo cual habría volatilidad en los mercados financieros, una incertidumbre comercial frente a la Unión Europea, posibilidad de enfrentar aranceles con la Unión, la subida de los impuestos, la depreciación de la libra hasta un 6%, recesión económica en al menos 1 o 1.5% del PIB, salida masiva de inversionistas y capitales, subida de tasas de interés y hasta versiones en las cuales se arrastraría a la economía mundial a una recesión. De este tamaño es la importancia y relevancia del Reino Unido tanto para Europa como para el mundo, aunque aún no se sabe si las consecuencias serán de este calado.

Empero, más allá de las consideraciones económicas y posibles consecuencias –que se empiezan a avizorar –como la caída de 10% de la libra-, se pone de relieve una tendencia político-social que es el “euroescepticismo” derivado de tensiones nacionalistas por la inmigración masiva a grandes centros productivos de Europa; la inconformidad con los euroecnócratas; los subsidios y apoyos a los inmigrantes y el abandono del ciudadano europeo. La decisión por el Brexit es una medida política con inmensas repercusiones económicas y sociales que puede generar tensiones al interior del Reino Unido como en los demás países miembros de la Unión Europea. En este sentido, se ha reafirmado la tendencia euroescéptica; y, los nacionalismos que llevaron a la Primera Guerra Mundial se han avivado y exacerbado, en países como Francia, Alemania, Italia, Holanda y Dinamarca con partidos de ultraderecha que abogan por independencia y soberanía.

Pero se puede ir más al fondo respecto de este espinoso tema y es recordar que la Unión Europea nace como iniciativa de reconstrucción y crecimiento en la época de la Posguerra, lo cual parecen haber olvidado los ciudadanos europeos. Sin embargo, es necesario reconocer que los tecnócratas de Bruselas con sus decisiones se han alejado del ciudadano europeo y de ahí que haya una crisis en el modelo de integración económica más avanzado del mundo y al menos hasta antes del Brexit- más exitoso. Habrá que esperar si las funestas consecuencias de la decisión tomada por los británicos, sigue siendo un tsunami en la política, la economía y la sociedad europea que lleve por rumbos desconocidos a la región y esperar que no arrastre al mundo a una severa recesión.

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