Por: Daniel Rodríguez Suárez

Internacionalista

Atribuirle la situación de prolongada sequía únicamente al Fenómeno de El Niño sería tan irresponsable, como lo fueron los gobernantes locales que no previeron lo que acontecería en el futuro próximo. O quizás si lo previeron pero se hicieron los de la vista gorda. Cultura política colombiana: la inmediatez, la improvisación, la chambonearía; literalmente la falta de habilidad para gobernar.

John Rawls, uno de los padres del liberalismo político moderno, afirmaba que una sociedad además de tener los mínimos de justicia e igualdad, merecía los «mínimos vitales». Para un municipio como Sutamarchán en Boyacá, donde la población ronda los 6 mil habitantes ¿cuáles serían esos mínimos vitales a los que se refería Rawls?, La respuesta seguramente da para una tesis doctoral cum laude.

Mientras el mundo debatía, y hoy más, abiertamente sobre el cambio climático a través de diferentes cumbres internacionales como las famosas «cumbres de la tierra». Quizás más familiar Río +20, Agenda Post Rio, más puntual las Cumbres del Agua o más político Cumbres de Desarrollo Sostenible, ¿Cuál era la agenda de los burgomaestres en estas materias?. Los mínimos: proveer agua a sus habitantes para el consumo humano, y segundo: garantizar la estabilidad de la economía agraria.
A lo mejor si se hubieran enterado de estos foros internacionales hubiesen pensado que trataba de asunto del lejano oeste que nunca afectaría a sus súbditos. Otro punto importante, el cambio climático no reconoce fronteras de ningún tipo. Los gobernantes locales desconocieron la importancia de estos acontecimientos globales y el impacto local que algún día tendrían.

Entonces, ¿Qué ocurrió con la gobernabilidad del agua, o más conocida como la gestión pública del agua a nivel local?. ¿Acaso el líquido no se consideró como un mínimo vital, para no referirnos al impacto económico de la aguas de riego. ¿Acaso sus políticas se caracterizaron por la inmediatez, la improvisación y la chambonearía?. Me resisto a creerlo.

¿Qué hubiese ocurrido si cualquiera de los gobiernos democráticos de los últimos 15 años, para no ir tan lejos, gobernado por el agua y para el agua?. Probablemente el más astuto de todos habría incluido en su famoso «Plan de Desarrollo» como asunto prioritario la conservación del medio ambiente y concretamente del H2O. Hoy sacaría pecho al mejor estilo Benedetti (Armando) y afirmaría con presumidamente que su gobierno fue de vastas ejecutorias.

¿Hoy hay alguna salida? Todo dependerá de la capacidad de gestión y de la cohesión social que logren los nuevos mandatarios. Gestión pública, no solo nivel 1 para declarar calamidad pública y acudir a los distintos estamentos nacionales competentes de resolver asuntos medio ambientales, sino a su vez de gestionar ayuda internacional a través de la amplia oferta de cooperantes (Acudir a APC Colombia) con líneas de acción en la materia.. ¡Grandioso nos va a llegar cash!. No exactamente, la colaboración puede ser en cooperación técnica para recuperar las fuentes hídricas y en educación ambiental. Y cohesión social necesaria para educar a la comunidad y hacerles ver que, como insistía el profesor Mockus cuando se le veía como un profesor, que los bienes públicos son sagrados y hay que preservarlos, y el agua es uno de ellos.

El camino entonces es la recuperación de las fuentes hídricas, de los humedales, yacimientos de agua, el reciclaje, el ahorro de agua, la concienciación a la comunidad de que todos tienen la misma responsabilidad de cuidarla, así como el mismo derecho de acceder al líquido vital tanto para el consumo humano y animal, como para el riego de sus cultivo. En síntesis, lo que implica grosso modo la teoría clásica de preservación del medio ambiente; volver a los clásicos programas de reforestación, buscar la cooperación de los municipios vecinos, hacer estudios para construir reservorios de agua, primero lo estudios y luego los reservorio para no caer en la improvisación (no es necesario acudir a Natalia ex Tocarruncho, ahora Springer, sencillamente porque no se requieren algoritmos). Y no olvidar que cuando llegue la «niña» se trata de la misma problemática. Tener presente una máxima en economía: ahorrar en época de vacas gordas para gastar en épocas flacas, porque el cambio climático, por eso se llama cambio porque es impredecible.
Para concluir esta reflexión: me pregunto qué hubiese ocurrido si quienes gobernaron nuestras tierras por años lo hubieran hecho en Kenya (África), lugar donde niños mueren por falta de agua en las riberas de un lago (Turkana) de agua inapta para el consumo humano. ¿El lago Turkana continuaría con sus aguas saladas pero sin pescados?

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