Carlos Hernández

Internacionalista

En un mundo globalizado como el actual, donde los sistemas financieros internacionales se han consolidado y expandido, las crisis producto de desequilibrios en los sistemas productivos o en los mercados bursátiles, son realidades a tener en cuenta y de gran factibilidad en el desarrollo de los ciclos económicos de las naciones. Este ha sido el caso de Grecia que en la actualidad enfrenta serios desajustes en su economía producto de un elevado endeudamiento con diversos propósitos que no solo ha sumido a la economía en profundos aprietos sino que las amenazas y distorsiones se han trasladado a otras esferas como la política, la educación, las pensiones, la salud, el gasto militar y la propia integración en la Unión Europea.

Aunque la crisis en el país heleno lleva cocinándose por lo menos hace diez años, fue a partir de 2009 que se descubrió su verdadera situación macroeconómica. Diferentes gobiernos griegos pertenecientes principalmente a la derecha, maquillaron las cifras económicas, con la finalidad de recibir más paquetes de salvamento a bajo costo por parte del Banco Central Europeo, los cuales fueron destinados en gran parte al servicio de la deuda pública y en un injustificado gasto militar. Esta situación tiene ahora consecuencias catastróficas en la medida que el país está al borde de un shock idiosincrásico tal como los experimentados en Latinoamérica en la década de los noventa del siglo XX. En este sentido, la difícil situación social permeo todos los niveles de la sociedad, de manera que se ha conjugado un rechazo colectivo del sistema político tradicional, lo que ha llevado al poder al partido izquierdista Syriza en cabeza del primer ministro Alexis Tsipras.

Éste partido, que supo recoger el descontento generalizado de los ciudadanos, llegó al poder con un discurso en contra de las medidas sugeridas para superar la crisis, por la Troika conformada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE). Medidas de austeridad que en mi opinión, lucen como un auténtico paquetazo neoliberal debido a que estos organismos multilaterales quieren realizar recortes en gasto público en bienestar social en la suma de 900 millones de euros; aprobación de ley de despidos masivos; reducción de los salarios del sector público; aumento global de los ingresos por IVA hasta el 1% del PIB; recorte de 400 millones en el gasto del sector defensa y congelamiento de pensiones hasta 2021. La consigna, consiste en no seguir cediendo soberanía ni sometiéndose a políticas de endeudamiento social que pueden ser destinadas al restablecimiento de las condiciones propicias para la economía, el sistema político y el pueblo griego. Pero la Troika ha impuesto mucha presión sobre el país para que se responda a los acreedores y la banca tanto nacional como internacional.

Desde luego, el  actual gobierno griego se ha opuesto de forma contundente a estas medidas que son especialmente dictadas por el FMI. Esto ha generado una serie de reuniones entre Tsipras y la Canciller alemana Ángela Merkel, juntas extraordinarias de la Comisión Europea (CE) y en última instancia un referendo en el que el pueblo griego se manifestó con un tremendo y contundente No a las medidas de la Troika. Con este respaldo el gobierno de Tsipras está negociando en Bruselas un nuevo acuerdo que sea más favorable a las actuales condiciones griegas. Desde luego y en un aspecto técnico nos encontramos ante una difícil negociación donde hay esquemas muy fuertes y compromisos adquiridos con mucha antelación. Sin embargo, en un concepto más amplio, donde a lo largo de la crisis, se ha mencionado la salida de Grecia de la Unión Europea, las reparaciones de guerra por la ocupación Alemana en la Segunda Guerra Mundial, y las multitudinarias marchas hasta la plaza Syntagma, nos encontramos con el primer país desarrollado que quiere cesar sus pagos al FMI; abriendo la posibilidad de enarbolar  un nuevo discurso al interior de la Unión Europea donde no prime el libre mercado, sino el bienestar de los pueblos, porque como alguna vez fue escrito: “Ahora el Neoliberalismo es de Dinosaurios”, ya probada su ineficacia con creces.

Se espera entonces que la tragedia Griega, que empezó hace más de dos siglos al considerarse per se cómo un país prestario,  pueda terminar en los mejores términos para todos los involucrados. Las decisiones para conjurar la crisis deben ir más allá de proteger el euro, se deben enfocar también en que el gobierno pueda contraer obligaciones de pago más favorables para la  resquebrajada economía del país heleno.  Queda la lección en este caso, para que la denominada Troika no continúe con sus humillantes imposiciones hacia los estados vulnerables; y  a su vez para los ciudadanos para que en el futuro no elijan  gobiernos irresponsables que al final dejan sin alternativas y en graves condiciones estructurales a sus naciones.

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